Recuerdo haber visto en una novela de Ernesto Sábato un glosario de términos argentinos (algunos tomados del lunfardo) como: laburo, mina, boliche, faso, pibe, etc. Palabras que fuera de Argentina serían de difícil comprensión para los lectores (excepto por nosotros los vecinos orientales) y que incluso dentro de Latinoamérica requieren una cierta explicación.
Teniendo en cuenta esto, quisiera plantear aquí una serie de preguntas. Estoy seguro que ya deben haber sido formulas con anterioridad de mejor forma y que los especialistas han intentado responderlas desde distintos ángulos, pero el objetivo de éstas líneas es que otras personas, nuestros lectores, se hagan también esas preguntas.
Todos hemos visto la típica película norteamericana donde aparece un pintoresco personaje texano, con el clásico sombrero y las botas. En la traducción simultánea al español, el señor texano, hablará con cierto acento. Pero de dónde viene ese acento? Ya que no es el acento original del inglés. ¿Es posible trasladar el acento de una región a otra?
Vamos a un ejemplo que puede ser más ilustrativo: en Uruguay los habitantes del norte del territorio, (debido a) que viven cerca de la frontera con Brasil (donde se habla portugués) hablan de una manera un tanto diferente al resto del país. Tienen un cierto “cantito”.
Supongamos que alguien hace una película con personajes uruguayos y aparece un personaje del norte que habla con ese “cantito”. Supongamos también que esa película es llevada a Inglaterra donde es traducida al inglés. Qué debe hacerse con el personaje del norte del Uruguay que habla con ese “cantito”? hacer que en la traducción simultánea al inglés hable con acento del norte ¿de Inglaterra?? ¿Qué sucede si no hay forma de reproducir en inglés las características, los rasgos fonológicos que determinan el acento del norte (el cantito) de los habitantes de Uruguay?
Pongamos otro ejemplo: es común que los habitantes del campo de Uruguay no pronuncien la “s” (el fonema correspondiente a la letra “s”) que indica el plural en muchas palabras. ¿Cómo llevar al cine esa característica en una traducción a otro idioma? Sobretodo, teniendo en cuenta que el no pronunciar la “s” es un detalle que indica para el escucha de nuestro país toda una serie de datos: posible nivel socio económico, posible nivel educativo, región de donde procede el hablante, etc.
Esta característica de “comerse las s” sería extremadamente difícil de llevar a una traducción simultánea, ya que en otro idioma el no pronunciar el fonema “s”, podría indicarle, sugerirle, al escucha, otro tipo de datos (o ninguno) sobre el hablante, por ejemplo, que pertenece a cierto partido político o tiene cierta edad.
¿Qué hacer entonces?
En el principio del artículo mencioné un glosario de términos argentinos en una novela de Sábato. No es lo mismo la traducción simultánea del cine que la de literatura, ya que el hecho de poder insertar notas a pie de página en los textos para explicar todos lo que necesite ser explicado marca la diferencia.
(Mi preocupación sobre el cine se debe a que, aparte del cine comercial, existe otro cine, que está más cerca de la literatura, donde la elección de las palabras es de importancia trascendental, pero que (que yo sepa) no ha podido superar el problema de la traducción. Por lo menos, no como lo ha hecho la literatura con sus notas a pie de página. (Cabe agregar que las notas no son la única forma en que se brinda la información, también están los prólogos, los análisis de las obras, los mismos profesores… es que esa información después que empieza a surgir parece no tener fin.) En las notas a pie de página de los libros es posible brindar toda la información que encierran las palabras aparentemente más inocentes, los juegos de palabras, los datos específicos de una cultura, etc.
La cuestión está en que éstas notas incrementan el precio de los libros, debido a que recabar toda la información necesaria para poner en las notas aclaratorias implican un gran número de horas de trabajo de muchos especialistas. Por lo tanto, estos libros con buenas notas son escasos.
Por otra parte, se debería realizar prácticamente una edición con notas especiales para cada país, para cada ciudad, cada grupo cultural, cada comunidad de hablantes, etc.
Los clásico de la literatura, debido a que se venden bien, cuentan con la suerte de ser editados con esas notas.
Pero volviendo a los clásicos, son un caso muy interesante. ¿Qué leemos cuando leemos una traducción de Shakespeare al español? El original es un texto en el inglés de hace cuatro siglos… el tiempo es otro factor trascendental. ¿Qué hacer? Traducirlo al español de hace cuatro siglos suena un poco absurdo (pero no lo es), sobretodo teniendo cuenta qué era América hace cuatro siglos. (Porque hay una gran diferencia entre el español de España y el de América Latina, una diferencia casi tan grande como la que hay entre el español de cada uno de los países de la propia Latinoamérica. (A los lectores españoles les resultará gracioso pero la mayoría de las traducciones que leemos por aquí de Bukowski son editadas en España, por lo que, todas las palabras de contenido sexual del argot norteamericano las leemos en su equivalente español (de España) que nos es ajeno).
Volviendo (una vez más) a nuestro asunto, acaso debemos traducir (los clásicos) a un español neutro?
Qué hacer en casos como el de Shakespeare donde además se trata de obras teatrales (donde la forma de hablar de los personajes lo es todo) que están escritas en verso (con rima y métrica)?
Creo que la mayoría de los lectores estarán de acuerdo que es un asunto complejo.
Pero algunos lectores argumentarán que a fin de cuentas se trata de un asunto de poca importancia, insignificante, se trata de detalles… habría que recordarles a esos lectores que estamos hablando de literatura, se trata precisamente del lenguaje, de las palabras… cuando se realizan muchos e importantes cambios, omisiones y deformaciones a un obra cuya esencia fundamental es ser una serie de sutilezas en el uso del lenguaje, qué es lo que se obtiene si no otra obra diferente a la original?
Inma Manzanares
Hay un dicho entre los traductores de lenguas clásicas que, por desgracia, muchas veces es real: traductor, traditor. No es necesario saber latín para saber lo que significa: el traductor es un traidor. Afortunadamente no siempre es así, pero el dilema que tú planteas sobre Shakespeare se repite hasta la eternidad con los autores grecolatinos: algunos traductores se empeñan en mantener la forma, perjudicando el contenido; y otros dan tanta importancia al contenido que se olvidan por completo de la forma. La linea divisoria entre una buena y una mala traducción es tan finita, que, a veces, se pasa de una parte a la otra con gran facilidad.
Inma Manzanares
Le di al intro sin haber terminado la idea.
Traducere, significa, llevar algo de un sitio a otro, en este caso, llevar un texto de un idioma a otro, manteniendo el sentido original en el idioma de entrada, que no es lo mismo que transcribere, que es pasar las palabras de un idioma a otro, sin importarnos cuál sea el sentido del texto. Sería bueno que los traductores recordaran eso, de vez en cuando.
pepe aedo
Irma, estoy de aucerdo contigo. Rubén Darío decía que el idioma de un poeta es su patria… yo diría que más que su patria, es su mundo.
María Teresa Bello
Es mi primera vez comentar un tema tan importante para los traductores e intérpretes (soy estudiante de esa carrera) y para la gente que se interesa por las letras.
Primero que nada, se debe realizar una investigación exhaustiva, en relación nivel socioeconómico, espacio geografico, etc. Además, en base a lo anterior, investigar sobre uno de los fenómenos lingüísticos que suceden en todo tipo de lenguas, en este caso el «habla». El caso es como nos enfrentamos a una traducción de esa magnitud, en el caso de uruguay averigüar si que acontecimientos importantes de Brasil pudo repercutir en la evolución del lenguaje en Uruguay, o bien lo que sucede en Chile, puesto que al norte de Chile, Arica, su habla es mimetizada por la población boliviana al igual que el extremo sur de Chile con Argentina..
sólo me queda decir que hay que investigar e investigar e investigar.