
"El hombre que nunca existió", de Ben Macintyre
«El hombre que nunca existió” fue el título de una película de 1956 que nos contaba la historia que ahora nos relata Ben Macintyre en este libro. El autor es columnista del diario The Times y escritor de libros sobre controvertidos personajes históricos, principalmente en momentos de guerra o conflicto.
Se trata de una historia curiosa que antes no conocía, pero que, leyendo, he descubierto cómo un hombre que nunca existió, cambió el rumbo de la Historia.
Es un argumento real enmarcado en la Segunda Guerra Mundial, más concretamente en 1943. En abril de ese año, un pescador de Punta Umbría encontró flotando en el mar el cadáver de un oficial británico, el comandante William Martin, con un maletín encadenado a su cuerpo. Las autoridades españolas, antes de devolverlo a los británicos, transcribieron los documentos que contenía el maletín y se los hicieron llegar al gobierno alemán.
Estos papeles contenían, entre otros, los planes para un desembarco en Grecia. Pero donde los aliados desembarcaron tres meses después fue en Sicilia pues William Martin no había existido nunca y su maletín estaba diseñado para engañar a los alemanes.
En realidad, este comandante imaginario era un vagabundo que había muerto a orillas del Támesis y al que el servicio británico secreto había dado una identidad falsa. Nadie conoce la identidad de este vagabundo y el gobierno británico no permitió nunca contar la auténtica historia de la Operación Mincemeat (carne picada, en inglés) por temor a la reacción española. Sin embargo, Ben Macintyre, ha accedido a los documentos originales y nos cuenta, por fin, la verdad sobre una de las historias más fascinantes de espías de la Segunda Guerra Mundial.
Pero, al leerlo, no puedo evitar preguntarme ¿qué hubiera ocurrido si el cadáver no hubiera llegado a buen puerto y hubiera sido arrastrado mar adentro? Creo que el destino jugó un papel crucial y por ello, las tropas del general Alexander vencieron en Italia. Aunque sí que es cierto que fue muy importante el señuelo de William Martin, quien fue creado para engañar al enemigo. Un hombre al que todavía hoy siguen llevándole periódicamente flores a su tumba en Huelva.
gottlieb
El caso es curioso, pero decir que podría haber cambiado el curso de la historia no tiene mucha base. Básicamente porque la Alemania Nazi tenía el grueso de sus fuerzas luchando, (y perdiendo) contra los Soviéticos. Que los pocos efectivos que se encontraban en el resto de frentes sucumbieran ante los Aliados era solo cuestión de tiempo. No tenían prácticamente aviación, su marina estaba destruida, parte de la población italiana y del ejército italiano querían cambiar de bando como en la “Gran Guerra”. No se puede decir que la invasión aliada fuera fácil, porque incluso con superioridad aérea aplastante tuvieron desastres como la operación “Market Garden”. Pero La obsesión de Hitler era no perder contra Stalin, incluso a expensas de “saquear” los recursos de un Teatro de Operaciones para alimentar al otro. Por eso al margen de estratagemas, los Aliados habrían ganado igualmente mientras ganara la Unión Soviética.